La triple crisis planetaria
La triple crisis planetaria se refiere a los tres principales problemas interrelacionados a los que se enfrenta la humanidad actualmente: el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad. Cada uno de estos problemas tiene sus propias causas y efectos, y cada uno de ellos debe resolverse si queremos tener un futuro viable en este planeta.
Cambio Climático
El cambio climático es el problema más acuciante al que se enfrenta la humanidad hoy en día. Se refiere a los cambios a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos que, a la larga, alterarán por completo los ecosistemas que sustentan la vida en el planeta.
Las actividades humanas son los principales impulsores del cambio climático. Casi todo lo que hacemos libera emisiones, pero el uso de la energía, la industria, el transporte, los edificios y la agricultura son las principales causas de liberación de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Las consecuencias del cambio climático ya se manifiestan hoy en día a través del aumento de la intensidad y la gravedad de las sequías, la escasez de agua, los incendios forestales, la subida del nivel del mar, las inundaciones, el deshielo de los polos, las tormentas catastróficas y la disminución de la biodiversidad.
Como se mencionó antes, el cambio climático se refiere a los cambios a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos. Estos cambios pueden ser naturales. Pero desde el siglo XIX, las actividades humanas han sido la principal razón del cambio climático, debido principalmente a la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas.
La quema de combustibles fósiles genera emisiones de gases de efecto invernadero que actúan como una manta que envuelve a la Tierra, atrapando el calor del sol y elevando las temperaturas. Esto nos lleva al calentamiento global que da lugar al cambio climático.
Algunos ejemplos de emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático son el dióxido de carbono, el metano o el óxido nitroso. El dióxido de carbono procede del combustible para conducir un coche o del carbón mineral para generar energía, o bien de la combustión de gas natral para calefaccionarnos.
Junto con la quema de combustibles fósiles, la deforestación es otro de los grandes motores del calentamiento global que nos lleva al cambio climático. El desmonte de tierras y bosques también puede liberar dióxido de carbono, y luego, al no existir más la cobertura del bosque (o el ecosistema natural que sea) se reduce enormemente la capacidad de atrapar y almacenar dióxido de carbono.
Los vertederos de basura son otra fuente importante de emisiones de metano. Mientras que en la agricultura se producen las principales emisiones de óxido nitroso.
Entonces, la energía, la industria, el transporte, los edificios, la agricultura y el uso del suelo se encuentran entre los principales sectores emisores.
Estado de situación
Las concentraciones de gases de efecto invernadero se encuentran en su nivel más elevado en 2 millones de años, y las emisiones siguen aumentando. Como resultado, la temperatura de la Tierra es ahora 1,1 °C más elevada que a finales del siglo XIX. La última década (2011-2020) fue la más cálida registrada.
Mucha gente piensa que el cambio climático significa principalmente temperaturas más cálidas. Pero el aumento de la temperatura es sólo el principio de la historia. Como la Tierra es un sistema, en el que todo está conectado, los cambios de una zona pueden influir en los cambios de todas las demás. Es decir, se trata de una desestabilización del sistema climático.
Las consecuencias del cambio climático incluyen ahora, entre otras, sequías intensas, escasez de agua, incendios graves, aumento del nivel del mar, inundaciones por lluvias excesivas, deshielo de los polos, tormentas catastróficas y disminución de la biodiversidad. En general podemos decir que una de las evidencias del cambio climático actual es el aumento en la frecuencia, intensidad y duración de eventos extremos.
Estas consecuencias van desde las muertes por catástrofes relacionadas con el clima (que se han quintuplicado en los últimos 50 años) hasta los 21,5 millones de personas desplazadas cada año por catástrofes relacionadas con el cambio climático. También implica inundaciones, sequías y tormentas más extremas y frecuentes, lo que no sólo supone un enorme coste humano, sino también medioambiental y financiero.
El cambio climático puede afectar a nuestra salud, a la capacidad de cultivar alimentos, a la vivienda, a la seguridad y al trabajo. Algunos de nosotros ya somos más vulnerables a los impactos climáticos, como las personas que viven en pequeñas naciones insulares y otros países en desarrollo. Condiciones como el aumento del nivel del mar y la intrusión de agua salada han avanzado hasta el punto de que comunidades enteras han tenido que reubicarse, y las prolongadas sequías están creando un riesgo de hambruna. Se prevé que en el futuro aumente el número de «refugiados climáticos».
Según los últimos informes de la ONU, miles de científicos y revisores gubernamentales coincidieron en que limitar el aumento de la temperatura global a no más de 1,5 °C nos ayudaría a evitar los peores impactos climáticos y a mantener un clima habitable. Sin embargo, las políticas actuales apuntan a un aumento de la temperatura de, al menos, 2,8 °C para finales de siglo.
Posibles respuestas
Hay tres amplias categorías de acción: reducir las emisiones, adaptarse a los impactos climáticos y financiar los ajustes necesarios.
El cambio de los sistemas energéticos de los combustibles fósiles a las energías renovables, como la solar o la eólica, reducirá las emisiones que provocan el cambio climático. Pero tenemos que empezar ya mismo. En este sentido el ahorro de energía a nivel individual o colectivo se encuentra en el eje de las acciones más importantes para reducir emisiones y de las que están al alcance de la mano. Es por ello muy importante conocer cómo se genera la mayor parte de la energía a nivel mundial (a través de combustibles fósiles) y las complejidades y tiempos requeridos para reemplazar de estas fuentes por fuentes más limpias. Ejemplos como el uso de transporte no motorizado son una de las muchas acciones individuales que podemos llevar a cabo.
Aunque una coalición cada vez más numerosa de países se compromete a alcanzar las emisiones cero para 2050, alrededor de la mitad de los recortes en las emisiones deben producirse antes de 2030 para mantener el calentamiento por debajo de 1,5 °C. La producción de combustibles fósiles debe disminuir aproximadamente un 6 % anual entre 2020 y 2030.
La adaptación a las consecuencias del clima protege a las personas, los hogares, las empresas, los medios de subsistencia, las infraestructuras y los ecosistemas naturales. Abarca los impactos actuales y los probables en el futuro. La adaptación será necesaria en todas partes, pero debe darse prioridad ahora a las personas más vulnerables y con menos recursos para hacer frente a los riesgos climáticos. Los sistemas de alerta temprana de catástrofes, por ejemplo, salvan vidas y bienes materiales, y pueden aportar beneficios hasta 10 veces superiores al coste inicial.
La acción climática requiere importantes inversiones financieras por parte de gobiernos y empresas. Pero la inacción climática es mucho más cara.
¿qué podés hacer?
Reducí el consumo de energía (electricidad, calor, refrigeración, etc.). Andá en bicicleta, caminá o usá el transporte público.